martes, 29 de mayo de 2012

Untitled


Foreword

Pues me puse medio triste y escribí esto. Perdón por mangonear a los personajes como si fueran... Esto no es canon.



¿Crees que serías más feliz si no hubieras sabido nada de nada?

Yo, por mi parte, no tenía otro camino. Tenía que suceder.

A veces se me ocurre pensar que no sería el comandante de la Resistencia, como lo soy ahora; a veces se me ocurre pensar que pude no haberme convertido en guerrero, en mercenario. Y así, voy recorriendo mi vida desde aquí y hacia atrás. Si no me hubiera convertido en asesino, si no hubiera vendido mi talento, si no me hubiera involucrado y dado el paso, si no hubiera entrado al ejército, si no hubiera ni siquiera estudiado sistemas computacionales ¿Qué sería de mí? ¿Quién sería yo? Si no habría de ser quien soy ahora...

Magali

Me hubiera quedado con ella, habría ido a una preparatoria común, ido después a una universidad común. Divirtiéndome en fiestas, haciendo tareas para niños de primaria. Hubiéramos estado juntos, y nos hubiésemos querido mucho. Las tantas fotografías que hubiéramos tenido juntos habrían de plasmar aquella realidad con esa felicidad tan irreal para mí ahora, y desde siempre. Habría de ver nuestros besos y abrazos plasmados en pixeles a través del tiempo, madurando. Eventualmente casarme joven y tener algún bebé para estas alturas.

Y entonces, veo con esos ojos esta invasión, este gran parteaguas en la historia de nuestra ciudad, de nuestras vidas. Yo, tan inocente, con Magali y mi bebé, mi familia. ¿Qué hubiera sido de nosotros en ese entonces? ¿Habría yo de convertirme de repente en quien soy ahora? Yo, ¿Comandante Supremo de la Última Resistencia? ¿Habría de surgir mi talento sin razón alguna y habría de convertirme mágicamente en ese comandante?

No

Yo soy lo que elegí ser; y no me arrepiento. Todo lo que nunca tuve y todo lo que nunca viví. Magali. Sus perfumes, sus abrazos, sus besos y nuestros recuerdos plasmados en fotografías; nada de eso soy yo; pues yo elegí esta vida, y soy prueba viviente de que el destino no existe. Podemos elegir. Y así como yo elegí mi vida tú elegiste la tuya un buen día.

— ¿Yo, Águila? Yo, que nací siendo hija del gran Guillermo Hernández Molina, héroe aún desconocido. Yo, Maya Hernández Fernández. May ¿Tuve alguna vez la oportunidad de elegir?

— La tuviste, aunque fue tan implícito que ni siquiera te diste cuenta. Fue algo tan sencillo e inconsciente como respirar. — y la cara de May se iluminó un poco por la expectativa de lo que Águila estaba a punto de decir. — Tú, ya a los 7 años, después de la muerte de Memo... se te ofreció ir a vivir con tus tíos y primos. Diana, tan destrozada por dentro, apenas sobrevivía y todos dudaban que pudiera hacerse cargo de ti. —hizo una pausa— Y entonces, tú elegiste no irte. Elegiste quedarte con tu mami. —y los ojos de May se llenaron poco a poco de lágrimas— Elegiste luchar con ella, luchar junto a ella, sobrevivir junto a ella. Sabías bien que te esperaba algo mejor con tus tíos, vislumbrabas un futuro feliz, tú lo sabías; pero finalmente elegiste quedarte. Esa fue tu gran decisión. Supiste adivinar que te deparaban ambos caminos y elegiste el tortuoso, que, sin embargo, tu amor habría de ayudarte a recorrerlo. Y mírate ahora; tu mami hace 10 años que se fue, y tú sigues aquí, en pie. —y May comenzó a llorar. Los grandes y cafés ojos de Asure sólo observaban ahí, en una esquina, perplejos. Ella, con un puño en el pecho, se limitaba a decir nada. Águila continuaba— ¿Qué habría sido de ti allá, con tus tíos, al saber la noticia? Esa felicidad conservada por 10 años tirada a la basura, consumida por esa angustia enorme de no saber qué hacer y qué sucederá. Todos los recuerdos acumulados, todos los aromas, las fotos, los momentos, los amores, la rutina de tu vida. Todo se hubiese roto en un instante como un cristal ante la pedrada. Todo, en un momento, se habría ido. Donde el pragmatismo impera ¿de qué te hubiera servido todo eso? Todo lo vivido. Para nada.

Nada

Y luego, sabiéndote hija del gran Guillermo, que luchó hasta la muerte, ¿Qué hubieras sentido? ¿Qué dolor habría provocado tal decepción? Tal cobardía. —y luego aclaró— Aunque no digo que seas cobarde ahora. Todos tenemos miedo y nos preguntamos cosas como ésa... a veces muy a menudo. Pero... ¿Te habrías preguntado entonces qué hubiera sido de ti al elegir a tu madre? ¿Estarías allí, en ese tiempo alterno, en este mismo predicamento en que te encuentras ahora? ¿Habrías encontrado solución a tal dilema?

Nunca lo sabremos. Pero tú has aceptado tu elección decidiendo por ti misma. Decisiones que refuerzan la elección prima. No. No hay destino. Hay libre albedrío, y voluntad; aunque a muchas personas les aterre valerse de ellas o tan sólo saber que existen, y que están allí, siempre. No hay coincidencias. No hay poder divino. Nadie está destinado a nada.  Puede que seamos sólo hojas en el viento; aunque a diferencia de las hojas, nosotros decidimos cuándo dejar de aferrarnos al árbol, y cuándo caer al suelo.


03-12-2010

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