domingo, 15 de diciembre de 2013

Train of life


And you got left behind
By the ones you met,
the ones you grew fond of
By the ones you learned to love

Sometimes they just say goodbye
They don't realize they're leaving
Thinking it's just the world outside in motion
And that is life just passing by

So they're the ones who leave
And non stopping unto death
Leaving without turning back
In this mercyless train of life

Some of them call you friend
Though some tend to forget
Saying you are letting them go
But you are the abandoned one

You find yourself in the bench
Waiting for the chosen one
For the one to share the Pullman
But no one seems quite in the mood

And true friends sit next to you
But no one can wait forever
And you watch them go on the rail
Gone forever. Far away

Though some of them stay true
Always sitting next to you
Turning hours into seconds
Watching day come afternoon

Times when friends are more than gold
What saves for you the horizon at the break of dawn?

And what awaits you?

When you are the only left
Left alone. Left behind
Lying in your bench of sorrow

You may just stay the night
Sleep on your side. Hoping for a better tomorrow
Or may as well get down the tracks
And start walking the longest mile

But thread careful down the rails
The path you choose is the only one you'll wander.

And watch yourself for each step given
For life takes it all
No one's forgiven.

24-10-2011@11:04 p.m.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Ready to Strike II: "Te amo, María"


Entrada anterior: Ready to Strike I: Corvo




 Y sus miradas se unieron


Y ambos se contemplaron a través de aquellos ventanales blancos
Mientras sus ojos hablaban de besos
En el pretérito de algún futuro posible
Prometían besos. Pedían besos
Deseaban besos. Suspiraban besos


Una confesión en silencio
Una alegría contenida
Una sorpresa repentina
Rematada por una sonrisa tímida y sincera
Obligándolos a bajar la mirada por unos instantes


Su tercera y más deliciosa fuente la encontró allí...


Teniéndola ahí enfrente, bajo la estela celeste
Su cintura entre mis brazos
¿Qué más habría que decir?

Ella había sido mi oásis en esta isla
La única y verdadera razón para no volverme loco durante los últimos treinta y dos meses
Rodeado por sólo mar y más mar
Y la razón de no volverme loco en el caos que se desataría ahí afuera
Al enfrentarme a sabe Dios qué, en sabe Dios dónde

Al subir a ese helicóptero, no habría marcha atras
Sin garantía de regresar con vida
De si volvería a verla
De si ella me esperaría

Porque a las palabras se las lleva el viento
A todas las palabras
Hasta a las de ella y las mías
Esta brisa marina
Que rogaba no nos separara
Al menos no tanto
Al menos no todavía

¿Y qué sería de mí?
De mí sin ella y de ella con nada más que la bici que aquí dejo

Si el tiempo se detuviera por dos amantes
En una isla en medio de la nada
Lo maldigo. A él y a mi elocuencia

Tantas cosas hay que quisiera decirle
Todo lo que veo en el brillo de sus ojos
Cómo me gusta su sonrisa
Que su voz resonará en mi mente
En medio de la guerra y el caos

Que si he de caer, mis últimas palabras serán 'Te amo, María'
Pronunciadas con mi último aliento hasta la eternidad
Que no quiero que sea ésta la última vez que la vea
Y todo el miedo que tengo de a veces saber que así será

Sólo una guerra, y toda una vida sin preocupaciones en este paraíso
O en cualquier otro
Siempre a su lado

Empezar una vida
Sobre el legado del acto que definirá mi existencia
Y hasta comprar el restaurante

Hoy empiezo a morir un poco
Para comenzar a vivir el día que vuelva a pisar esta isla
El día que ella vuelva a mis brazos


Te amo, María


*    *    *


No supo por cuánto tiempo se quedaron así, casi bajando a ratos la mirada, dibujándose quién sabe cuántas sonrisas en sus rostros. Procurando no evocar a la tristeza, ni al sabor amargo del adios. Así lo habían prometido. Y es que la alegría de tan sólo volver a verse casi opacaba el dolor que provocaba aquel encuentro nocturno. Casi.

— ¡¡María!! —les interrumpió María— ¡¿Es que acaso no te piensas mover?! ¡¡Ya está cerrado!!

Pero ella no se movió.


*    *    *




Aunque las sillas ya se encontraban sobre sus respectivas mesas, Richard ayudó a María a bajar las cuatro de una de las que estaban junto a la ventana sur. "Si lo vas a dejar pasar, haz que pague su consumo", le había dicho María, la dueña del restaurante, junto con el ya clásico "Te dejo las llaves, pero cierras bien". Ambos se sentaron en las sillas junto a la pared, colocando sus manos sobre la mesa, y tomando siempre las del otro. Una sonrisa más de María sin saber qué decir.

— Voy a poner un café —dijo por fin. Soltando de repente las manos de su amado y levantándose rumbo a la cocina.

— Te ayudo —fue lo primero que se le ocurrió a él, levantándose también.

Ambos fueron entonces rumbo a la cocina, hasta que ella se detuvo frente a la pared que la separaba de su meta.




—Espérame aquí, ¿sí? —Le señaló la ventanita de servicio que dividía la cocina de la zona de mesas— No me tardo.

Ya dentro, llenó el pocillo con agua del garrafón. Al ponerlo a calentar, trató de secarse una lágrima como pudo, notándose en su respiración aquella onomatopeya del llanto reprimido.




Él desobedeció su indicación y entró como pudo. Desde atras, la abrazó de la cintura, envolviéndola en sus brazos.  Y, dándole un beso en el cuello, se preparó para decir la oración más importante que habría dicho hasta entonces en toda su vida.

— ¿Sabes? Creo que nunca te lo he dicho. Pero, te amo.

Pronto, el calor de la estufa convirtió el posillo con agua en un susurro, haciéndose cada vez más fuerte.


Spoiler Alert


This is Starling two-four, sitting on deck, over. —El acento escocés del piloto invadió el canal del radio— We are outbound in fourty seconds. Awaiting for cargo on board.


Eran casi las once de la noche. Recien puesto el impermeable, Roger Morton salió a cubierta, recibiendo de inmediato las implacables gotas lluvia en la cara, combinadas con el sabor de la brisa marina. Además de los dos pilotos del MH-6, la tripulación presente en ese lado de la cubierta se limitaba únicamente a un oficial anónimo, haciendo guardia en la puerta de salida. Morton lo saludó sin muchas ganas al salir, aunque ni siquiera pudo distinguir si éste le respondió.

Como pudo, se sentó sobre la barra de "tripulación táctica". Al terminar de ajustarse el arnés, dió un par de palmadas al fuselaje del helicóptero. Alistó su M4. Mera burocracia. Sabía que no lo necesitaría. Ésta sería una reunión de hermanos. La voz del piloto se dejó escuchar de nuevo.

Alright, my' mates. We are out.


22-06-2013@08:27 p.m.